Ni una pizca de cortesía
La salida del autobús en Compostela se produjo a las seis de la tarde. Entré en letargo de inmediato y mi desvelo absoluto se produjo al sentir un estruendo en la parte trasera del vehículo. El conductor decide apearse para descubrir lo acontecido. En este momento, la mayoría de pasajeros compartíamos presunción: ¡pinchamos una rueda! Después de supervisar el eje trasero de las ruedas, el conductor se dispuso a continuar el trayecto. Los viajeros no dábamos crédito a la falta de información del problema mecánico. Lo peor llega cuando percibo que el autocar se inclina hacia el lado izquierdo. Para cotejar mi sospecha, interrogo a mi compañera de asiento. Su percepción coincide con la mía. Íbamos inclinados, en constante vibración y sin respuesta alguna. En Pontevedra, a pocos metros de la estación, el conductor, sin quitar los ojos de la calzada nos comunica el cambio de autobús.
Una vez llegados a destino, dos pasajeros de mediana edad, disgustados por la experiencia, le preguntan al conductor por el incidente del primer autobús. Yo, recorriendo el pasillo para salir del vehículo solo alcanzo a comprender lo siguiente: evasivas.
En este caso, la comunicación interpersonal entre chófer y pasajeros ha brillado por su ausencia. La persona que debía ser portadora de la información se ha desentendido por completo. No se ha posibilitado el diálogo en ningún momento. Comprendo que en estos casos, para evitar la preocupación, se omitan ciertos detalles, pero no el mensaje completo.
Veiga Amorín, S3E
Posted on 4 Marzo, 2012, in Sen clasificar and tagged Curso 2011-2012. Bookmark the permalink. 4 Comentarios.
Que interesante experiencia Néstor. É certo que nestes casos a xente non actua como é debido sendo os primeiros perxudicados os usuarios dos servizos. Supoño que algún dos que ía no autobus xa estaría paranoico perdido!! Eu creo que nalgúns casos esta incapacidade de reaccionar cunha mellor resposta comunicativa débese á propia “educación comunicativa” das persoas. Probablemente o condutor pensou que o que mellor lle acaia á situación era o silencio. Pero neste caso como noutros, eu creo que co silencio moitas veces buscan facernos parvos.
É certo María. Os meus compañeiros de fila non daban crédito e a situación volveuse de película cando o autocar virouse para o lado esquerdo. Nese intre, os teléfonos móbiles non paraban de funcionar. Os sms ardían e as chamadas telefónicas aos mozos/as, pais/nais volvéronse do máis surrealista e melancólicas. Semella sensacionalismo pero non o é. Abraioume bastante a frialdade profesional do conductor. Está claro que non poden alterar ó personal, pois a situación empeoraría. Pero iso de botarlle xabrón ás mans e olvidar o asunto sen ningunha xustificación pareceume do máis insólito. Grazas por comentar.
Yo separaría aquí dos cosas: la falta de información y la descortesía. Muchas veces se omite información para no alertar o alterar a la gente. Se puede estar de acuerdo con ello o no (lo correcto quizás sea ofrecer algún tipo de información, como bien has dicho). Sin embargo, ignorar las preguntas y no aportar ningún dato sobre el asunto y las cuestiones que se plantean, sí es descortesía.
En efecto, en estos casos, el profesional a cargo del servicio debe regirse por el estricto protocolo empresarial. No obstante, considero que haber recorrido 20 kilómetros hacia Pontevedra con el autobús inclinado, vibrando como grillos, sin haber recibido ni una breve alusión al respecto, podemos considerarlo dejadez y descortesía a partes iguales. Gracias por comentar.