Piel en verso
Hasta no hace demasiado tiempo en nuestra cultura occidental los tatuajes han estado siempre ligados a la marginalidad, patrimonio de soldados y marineros en el mejor de los casos, o de presos y meretrices, el más común de los prejuicios.Conserva de aquellos tiempos, en todo caso, un significado asociado con una forma de transgresión al orden impuesto, de rebelión contra los formalismos, de resistencia. Pero también es cierto que la clave con que irrumpió hacia mediados de los 90, cuanto menos en esta parte del mundo, también ha caducado. Ya no es más una simple marca de pertenencia a una subcultura. O a una contracultura.
Por lo mismo, también es mucho más que una cuestión de modas o de rebeldías. Que el tatuaje haya adquirido masividad durante la última década del siglo pasado no es una coincidencia. Porque no es una casualidad que la extendida decisión de inscribirse para siempre figuras y mensajes haya irrumpido en un momento histórico en que los grandes relatos comenzaron a desvanecerse en el aire. La última moda, según el blog Publisher´s Weekly es la de tatuarse literatura. Hay quien encuentra en una frase inspiradora de un clásico literario un camino de vida que seguir, que además te acompañará durante el resto de los días. Pero sigue siendo el tatuaje una forma de significación e identidad o cada vez se acerca más a ser una marca de consumo?Al fin y al cabo en el mundo en el que vivimos la imagen es cada vez más importante y nuestro cuerpo es nuestra carta de presentación. En clave psicoanalítica, no es casualidad que las nuevas generaciones comenzasen a poner el cuerpo cuando ya no se podía creer en las palabras.
Pérez Dacosta, S3B, GOBE
Posted on 14 Maio, 2012, in Sen clasificar and tagged Comunicación Comunitaria, Curso 2011-2012. Bookmark the permalink. Deixar un comentario.
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