El teórico que teoriza sobre la práctica
Hace ya un par de siglos que el señor Marx decidió romper con la tónica dominate en el comportamiento de los filósofos. Hasta ese momento un filósofo era poco mas que una rata de biblioteca que se dedicaba a leer libros hasta que un buen día se le ocurría una idea sobre si el ser era esto o aquello y escribía un libro donde nos contaba sus interesantes reflexiones. Pero entonces llegó Karl y dijo “¡qué coño!, ya va siendo hora de que salgamos a la calle y participemos en esa realidad que tanto teorizamos y en la que no participamos nada”. Y así dió inicio una tradición de filósofos –desde Marx hasta los filósofos de la Escuela de Frankfurt, pasando por Sartre– que en lugar de quedarse en la comodidad de sus despachos, salían a la calle a exponer sus ideas a la gente del común, a participar en manifestaciones y fundar movimientos sociales destinados a cambiar el mundo en base a unas ideas científicas. Pero claro, para transmitir tus ideas al pueblo llano te hace falta ser un buen comunicador, y no solo eso, también hace falta tener recursos para que tus reflexiones lleguen al máximo número de personas posibles y así ganar algo de influencia.
Y aquí es donde entran los medios de comunicación, que durante el siglo XX comenzarán a coger relevancia en el panorama social. Por eso los filòsfos de la Escuela de Frankfurt parecían tan obsesionados con ellos. Para ellos la democracia solo era posible si existía un espacio público en el que los ciudadanos pudieran debatir y expresar sus problemas y opiniones. Este espacio lo tenían que constituír los medios de comunicación siendo la caja de resonancia de las inquietudes sociales. Esta será la base de lo que mas adelante será llamado periodismo cívico. El señor que escribió Tornar a vida pública mais pública se basó en las ideas de estos filósofos para redactar un artículo que preconiza la necesidad de que el periodista sea el perrito guardián de la democracia, el vigilante que esté pendiente del correcto funcionamiento de las instituciones del Estado para salvaguardar las libertades de los ciudadanos. El periodista tiene que ser el nexo entre el filósofo académico y la sociedad. Esto a simple vista parece muy bonito, el periodista tiene que lanzarse a los caminos a “desfazer entuertos” como diría Cervantes, a dar voz a los sin voz, a defender a los indefensos. El medio tiene que ser el lugar al que los ciudadanos eleven sus quejas y denuncias. Pero, desgraciadamente, la vida de justiciero está muy mal pagada y un medio que quiera sobrevivir no puede hacer periodismo cívico, tiene que venderse a los grandes poderes que logren financiar su actividad.
Prueba de esto es el caso de la mina de Corcoesto, las únicas noticias que salieron del tema aparecían en los grandes medios de comunicación y siempre de una manera sesgada. Los medios pequeños, aquellos que suelen estar mas cerca de la ciudadanía, daban informaciones mas completas, pero su escasez de recursos impedían que pudieran difundir de forma eficaz el mensaje.¿ De que sirve dar voz a los sin voz cuando el medio que lo intenta hacer esta afónico?
Sánchez Caridad, Iago 143 B04
Posted on 24 Febreiro, 2014, in Lecturas e filmes and tagged 143 B04, Sánchez Caridad. Bookmark the permalink. Deixar un comentario.
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