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Más dentro que nunca

Hace un mes que empezó nuestra andadura en el Seminario Mayor San Martín Pinario. Sin duda alguna, no nos esperábamos nada de lo que ha ocurrido a lo largo de este largo camino. Lo que suponíamos que iba a ser algunas horas de clase y otros tantos recreos para coger confianza, acabó siendo una “inmersión” en su vida privada, algo que se nos antojaba casi imposible. Los seminaristas nos habían advertido que casi nadie, exceptuando visitas especiales como la de algún obispo, se adentraba en lo que ellos consideran su casa.

La velada comenzó con una cena que ayudó a introducirnos en la comunicación intercomunitaria en el Seminario, es decir, las relaciones entre ellos incluyendo el rector que los acompaña. Esa noche fue especial porque nosotros también formamos parte de esas relaciones. Cada una de nosotras estuvo en una mesa diferente para poder relacionarnos con los seminaristas con los que aún no conocíamos o como el caso de Sara que tuvo la oportunidad de compartir la velada tanto con el rector como con uno de los seminaristas más jóvenes. Óscar llegó al acabar la cena y mientras lo acompañábamos se creó una sobremesa distendida entre nosotros, el rector y algunos seminaristas, acompañados de pastas y tabaco. La tertulia se alejó de lo más formal y religioso para acercarnos a temas como nuestras clases, viajes y gustos culinarios. Las bromas entre todos no faltaron, lo que daba entender que todos nos sentíamos cómodos.

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Al acabar acudimos a la radio, la vía de comunicación con el exterior en esta comunidad. Aunque trataron temas de religión la música de discoteca no faltó, lo que hizo cambiar el concepto monótono que teníamos de los programas religiosos. Uno de los temas a tratar fue su escapada del Seminario para realizar los ejercicios espirituales anuales que ya anunciábamos en posts anteriores. El silencio y la oración fueron los protagonistas de esta semana de desconexión en Portugal. Esto nos recordó mucho al documental “El gran silencio”, que en dos horas narra la vida de los monjes cartujos en un monasterio francés que se caracteriza por el silencio, la soledad y la oración.

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En el programa también pudimos realizar una pequeña intervención y dedicar un saludo a la clase y a Marcelo. Aquí os dejamos el enlace para que lo escuchéis, seguro que os gusta:

http://www.ivoox.com/sigueme-viernes-noche-companeros-de-audios-mp3_rf_2920585_1.html

Esta semana no pudimos acudir a las clases ya que se celebra el día de San José, es decir, el Día del Seminario, tema también tratado en el programa. Por este motivo la mayoría de los Seminarios de toda España aprovechan estas fechas para realizar una campaña en la que animan a seguir la llamada del señor. Aquí os dejamos un spot titulado “Creer en lo posible” refleja el día a día en el Seminario Menor mirobrigense y anima a las familias a llevar allí a sus hijos:

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Amado Rodríguez 141 B01

Añon Gándara 141 B02

Barbosa Cancelo 141 B03

Bernárdez Pérez 141 B04

Castro Zapatero 141 B05

Nicotina, cafeína y oxitocina

El ritmo de la película es sosegado. No hay prisas. Hablar necesita de alguien que escuche y tiempo para hacerlo. El espectador se sumerge en ese tiempo sin incomodidad y saboreando cada detalle: las conversaciones, las miradas, los silencios, las interrupciones para encenderse un cigarro. Pero nada es superfluo. Se impone un ritmo cotidiano, incluso rutinario pero a la vez necesario para tratar este tema y construir este universo tan cercano y real, que no deja de ser tremendamente existencial y desbordante de ternura y emotividad.

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Desde los primeros fotogramas me acordé de otra gran película, Smoke. En la que las conversaciones y el humo son también los ingredientes principales. Pero no es el único nexo entre ambas películas y es que Smoke termina con una canción de uno de los consumidores adeptos de la nicotina y la cafeína, Tom Waits, que aparece en una de las conversaciones de Coffee and Cigarretes. Este es el tema que despide la película Smoke:

http://www.youtube.com/watch?v=x6KkJ6-Ecxw

 Esta película de 1995 está dirigida por Wayne Wang y es una adaptación de un cuento de Paul Auster. El estanco es el punto de encuentro de unas vidas mediocres y complicadas que se sobrellevan con el humo de los cigarros colonizando los pulmones. Así hablaba Elvira Lindo sobre la película Smoke:

 Por esa maravillosa red de conexiones cerebrales, la cerveza de Brooklyn me hace recordar una película que volví a ver el otro día, Smoke. Al vídeo de Smoke le han incorporado comentarios de Harvey Keitel: “Esta película”, dice, “habla de la esquina que cada ser humano tiene en el mundo”. La voz cálida de Keitel nos cuenta cómo interpretó a Auggie, ese tendero que todos quisiéramos tener en nuestra esquina para disfrutar de ese tipo de amistad que surge del trato casual. La amistad que no buscas, pero encuentras, la felicidad del azar. Es por azar por lo que de pronto recuerdo la escena final de Smoke, esa en la que Keitel le cuenta una historia navideña al escritor interpretado por Willian Hurt. Están sentados en una vieja cafetería. Siempre había pensado que como la película estaba rodada en los escenarios reales, la cafetería estaría en el Brooklyn de Paul Auster. Apurando mi último bocado de felicidad, le pregunto al dueño: ¿Fue rodada aquí una escena de Smoke?, y me dice con orgullo: “La última, justo en ese rincón”. Y aunque no soy propensa a la mitomanía, ese pequeño hallazgo me dibuja una sonrisa en la cara. ”

Y es que a veces la felicidad está en un simple cara a cara a dos cafés y un cenicero de distancia.

Ficha de la película: http://www.filmaffinity.com/es/film391573.html

Añón Gándara, Amara

Tinta roja, el periodismo infectado

Con tinta transparente dibuja Lombardi  a los personajes de este film peruano que son la personificación de los sentimientos más humanos (e inhumanos).  Codicia, rabia, amor, frustración, sexo, tristeza, pasión, muerte, culpa…  son algunos de los elementos  claves que el director pinta con su pluma magistral.

 Dentro de la sección de policiales del diario populista El Clamor, el veterano Saúl introduce al joven practicante Alfonso Fernández en el mundo de los relatos de los crímenes que acontecen en la ciudad.  La principal norma es hacer de cada muerto diario, un nuevo titular más impactante que el anterior. Decorar el horror con adornos superfluos y presentarlo como un atractivo plato al lector.

Pero esto no es algo nuevo ni alejado en el espacio.  Todos recordamos esta foto y a este hombre:

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 Ha llenado portadas. Ha abierto informativos. Ha ocupado noticias a toda página. En esta misma posición. Con la misma cara de sufrimiento. Con la misma mirada perdida que se atisba entre tanta sangre. Con las mismas heridas que le provocaron el descarrilamiento de un tren que él conducía.

 A veces es difícil determinar donde se encuentra el límite. En la facultad nos enseñan redacción, nos enseñan ética, nos enseñan las tipologías de textos con los que podemos informar. Pero nunca hablan de ese límite. Porque ningún autor ha teorizado sobre él, ningún sabio lo ha nombrado en alguno de sus manuales. Y es que es difícil establecer hasta donde llega nuestro derecho de difundir información. Así resulta tarea imposible marcar la línea de fuego pero hay ciertos peligros a los que uno no se debería arriesgar.

Todos creemos ser personas íntegras y con unos firmes principios que el tiempo no arrastrará consigo, pero actualmente las redacciones de los medios están infectadas por una lacra que va absorbiendo al que puede.

En temas relacionados con un conflicto bélico, una masacre injustificada o una pandemia mundial como puede ser el hambre en el mundo, ciertas imágenes o titulares pueden concienciar a la gente de las desgracias que suceden y hacer que se involucren en cambiar esas situaciones. Pero en accidentes, crímenes o asesinatos ¿qué le aporta a la sociedad ciertos detalles de la vida personal de los protagonistas de una noticia? ¿O una foto de un cadáver o una persona malherida? La respuesta más obvia, es que cuanto más morboso, sádico o escabroso sea un titular o una foto, la noticia será la más susceptible de ser leída o vista por los lectores o audiencia. Todo esto conlleva a sustituir el periodismo por una nueva manera de informar, o desinformar, según como se mire, que es el sensacionalismo. Y en esa sustitución está la clave del asunto. Esto no es periodismo. No juzguemos al periodismo. Juzguemos al que acribilla al periodismo. No nos auto condenemos a caer por el precipicio al que nos empuja la falta de confianza en el cambio.

Os dejo un vídeo que analiza de una manera muy sencilla la historia y el papel del sensacionalismo en el periodismo.

Añón Gándara, Amara

Lo normal, una ilusión

 

– Quiero ser como los demás

– Gracias a Dios, no lo serás jamás.

                                                             CRAZY        

Fragmento y fotograma de la película C.R.AZ.Y.

Zygmunt Bauman presenta en Epílogo como uno de los mayores objetivos de esta sociedad la búsqueda de la seguridad. Aunque parezca un objetivo colectivo, según el autor, cada uno busca la solución en su persona, esto se debe a la sensación de ansiedad que sentimos ante el caos que nos rodea, y buscamos el resguardo en nosotros mismos, como un refugio donde nada nos puede suceder. Los miedos que nos produce la rutina de la vida humana, como sentimientos que son, son intangibles, por eso tendemos a materializarlos y así hacer desaperecer algo de esa incertidumbre que nos corroe. Como consecuencia buscamos un culpable de la inseguridad existencial que sentimos y esta pena recae en los llamados extraños, todo aquello lejano, ajeno o simplemente diferente a lo que somos o conocemos. Así se explica que nuestro día a día es un continuo paseo por “superficies”, que de no ser atractivas o semejantes, tendemos a ignorar o incluso alejar de lo similar o conocido.

Lo dicho por Bauman me hace comprender que todos los similares entre ellos tienden a juntarse en “comunidades”, y a alejarse de las otras “comunidades” formadas a su vez también por semejantes. Los criterios para la similitud son diversos: cultura, raza, intereses, aficciones, parentesco o incluso apariencias físicas o enfermedades, lo que hace que, en muchos casos, algunas de estas “comunidades” se formen casi involuntariamente por la exclusión de las demás hacía ellas.

Este es un vídeo conocido por las redes sociales como “La mujer más fea del mundo”. Lizzie padece, junto con otra sola persona más en todo el mundo, una extreña enfermedad que altera su apariencia física. Pero, afortunadamente, Lizzie luchó, no contra sus inseguridades, si no con las inseguridades de toda una comunidad convencional que la rechazaba desde sus superficies.

 http://www.youtube.com/watch?v=ak8EjMszkVg

También os recomiendo la película canadiense C.R.A.Z.Y. Veinte años desde el nacimiento hasta la madurez de Zac. El hijo predilecto de cinco hermanos hasta que se empieza a alejar de la vida católica, formal, y “clásica” que su padre tenía planeada para él. Una lucha por reprimir los sentimientos más íntimos y humanos, a cambio de la aceptación familiar. Un viaje por las emociones y relaciones de una familia amenizado por Pink Floyd o David Bowie, entre otros. Aquí os dejo el trailer.

http://www.youtube.com/watch?v=EwBk-hEgzkc

Creo que está inseguridad de la que habla Bauman también la perciben los seminaristas, protagonistas de nuestro proyecto. Parecen creer que su “superficie” no es aceptada por la mayoría, o eso es al menos lo que se deduce de las dificultades que tienen los otros compañeros de clase, no seminaristas, para hacer vida con ellos fuera de las horas lectivas; o por su insistencia en declararse “ gente normal”. Yo les reprocho con una frase de la película “The Addams Family”: lo normal es una ilusión, lo que es normal para la araña es caos para la mosca.

Añón Gándara, Amara.

LA CASA

“No somos gente rara ni diferente”, es la afirmación que Luis más se empeña en recalcar. Tampoco hace falta que me lo repita demasiado, con el paso de los días pienso más parecido a él. Es uno de los  seminaristas a los que más nos hemos acercado, delegado de la clase y director de la radio que ellos mismos coordinan, junto con uno de sus compañeros, Álvaro, no tienen problema en contarnos su día a día y dejarnos formar parte observadora de esa rutina.

Cuando le pregunto por la posibilidad de llegar un día más tarde de las once al seminario, me dice que es solo cuestión de hablarlo, avisar de tu demora, para que no se preocupen, igual que haríamos cualquiera de nosotros en nuestras casas. Y es que así conciben ellos la vida en el seminario, o la casa,  como les gusta llamarle. Las paredes que se levantan justo encima del ITC (Instituto Teológico Compostelano) son su hogar, los tres sacerdotes que conviven con ellos ( el rector, el formador espiritual y un profesor)  son como padres, y sus compañeros, como hermanos. Coinciden en que, aunque ya  las relaciones comenzaron siendo agradables, cada año son mejores. Algo que puedo corroborar por la manera en la que hablan de ello, se les ve a gusto e integrados, y no tienen problema en que los acompañemos en alguna de sus actividades.

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Me gustaría saber como viven dentro de la casa, pero me dicen que mucha gente quiere acceder a la zona de habitaciones y resulta complicado, y añade que no tiene nada especial, que es una casa como otra cualquiera , como si yo le enseño mi piso. Y quizás tenga razón, por lo que nos cuenta deducimos que  la vida dentro de la zona residencial  es más íntima y se completa con oraciones y las horas de comida. Los momentos en los que realmente se relacionan, además de las horas lectivas, son las actividades grupales como la música o el canto. Pero sobre todo con la radio, no solo una manera de trabajar en equipo, si no también su principal vía hacía el exterior, en la que dicen “ se sienten en su salsa”. “Sígueme” es el nombre de su emisora que se actualiza con un nuevo programa cada noche de viernes, aquí os dejo los podcasts para que podáis escuchar sus últimos programas.

http://www.ivoox.com/podcast-sigueme-viernes-noche_sq_f198863_1.html

Añón Gándara Amara, 141 B02