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No es un adiós
Y hasta aquí llegamos. Desde comienzos de cuatrimestre inmersos en un proyecto con el que al principio nos surgían dudas. ¿Seremos capaces de crear vínculos?, ¿Hasta qué punto el hecho de ser mujer nos interpondrá barreras?
Estas y otras muchas dudas son las que teníamos en la cabeza, sin embargo, como ya habéis podido observar, con el paso del tiempo, las dudas se han ido esfumando poco a poco. Desde la primera visita a Eva, la secretaria, hasta ahora, ante este último post, hemos vivido un sinfín de aventuras. Las primeras clases de análisis de evangelios, en las cuales no entendíamos absolutamente nada. Todo era nuevo para nosotros, y para ellos también, claro. Mostraron desconfianza, qué hacer ante un grupo de periodistas. A día de hoy, tal y como está la profesión, nos parece hasta normal. El llegar allí y no tener muy claro como dirigirnos a ellos, o la incertidumbre de cómo se dirigirán ellos a nosotros. ¿Nos hablarán o seguirán callados?, ¿No tendrán curiosidad por saber que estamos haciendo aquí? Sin embargo, se fueron sucediendo las actividades, el ocio fue ganando terreno, tal y como íbamos explicando en los diversos post. Cena con el rector y los seminaristas, que dio pie a que las relaciones establecidas se fueran forjando cada vez más. Acudir a la radio, algo que nos es bastante cercano a nosotros, claro. Radio que, lejos de lo que se podía pensar, era dinámica y con música actual.
Aquí os dejamos el link del programa de radio al que asistimos, bienvenidos a radio Sígueme
http://www.ivoox.com/sigueme-viernes-noche-companeros-de-audios-mp3_rf_2920585_1.html
Y con esto, cabe destacar el proyecto que tenemos en mente de juntarnos y hacer un programa conjunto. Seminaristas y periodistas. Algo así como una actividad grupal para dar fin a nuestro proyecto, pero no a las relaciones que se han establecido. Relaciones que se han ido forjando con ayuda de las redes sociales, y es que los seminaristas, son como un gran familia de la que, en cierto modo, nosotros estamos empezando a formar parte. Empezamos a establecer amistades que nunca nos habíamos planteado. Conocer juventud, como nosotros, pero con otra forma de pensar. Además, aun habiendo estudiado en colegios religiosos, el hecho de haber estado unos meses en un entorno como este, nos ha hecho ver las cosas desde otro punto de vista.
Así, tal y como afirmábamos, los seminaristas son una gran familia, un grupo cerrado, al que conseguimos acceder. Son como una peña deportiva, siempre unida. En lo bueno, y en lo malo, claro. Unos son el apoyo de otros, tal y como hacemos nosotros. Y es que en el fondo, no somos tan distintos.