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Sanidad televisiva
Nuestra población es “teleadicta”. No me refiero a que se pase gran parte del día pegada a la caja tonta, algo que tampoco dista mucho de la realidad, más bien intento resalzar la importancia de la televisión en la información que recibimos. La pequeña pantalla es, para gran parte de los españoles, su principal fuente de información. Esto puede llegar a ser un problema ya que la televisión, como todo medio de comunicación masivo, tiende a escoger los temas sobre los que el público estará informado y más tarde opinará.
Creo que , y no porque lo diga un libro de texto, no sorprendo a nadie si digo que nadie va a hablar de algo que no salga en los medios, especialmente en televisión. Obviamente un informativo no puede dar cobertura a todos los temas, pero resulta extraño que la medicina tenga tan poca cobertura en los informativos.
Digo esto porque, según datos de la Fundació Dr Antoni Esteve, entre 2007 y 2008 sólo un 2,96% de las noticias emitidas por los canales mayoritarios tenían como tema central la sanidad. De por sí solo el dato puede no significar nada, pero es curioso ver que el tema público más importante para la audiencia, según el Barómetro Sanitario (realizado por el Ministerio de Sanidad y el CIS), apenas cuenta con el espacio que la audiencia cree que merece.
La cobertura de todo lo relacionado con la medicina es bastante pobre e incluso distorsionada, pues el acceso a la televisión es desigual dependiendo del colectivo de enfermos e incluso de ciertas entidades interesadas (Cruz Roja o Bayer, sin ir más lejos).
En esta distorsión también tiene su culpa, como no podía ser de otra forma, la cultura profesional del periodismo televisivo y su lucha por las audiencias, la espectacularidad y las coberturas teñidas de dramatismo y que priman la extrañeza. ¿Llegaremos a estar alguna vez bien informados sobre sanidad real (patologías urgentes, apoyo social) y no sobre lo que dicte el audímetro? Mientras los de arriba se llenen los bolsillos, parece que no.
Los periodistas están buscando las rarezas, como el doctor House, que desecha los casos de pacientes fáciles de diagnosticar. A los periodistas de las noticias sanitarias les ocurre algo parecido y buscan lo anecdótico y lo espectacular en el tratamiento de la información.”
Graciela Padilla Castillo, “El tratamiento de las noticias médicas y de salud en la televisión actual”
Estévez Ingelmo, Álvaro 141 D04
La voz de las minorías
¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es un cambio. ¿Por qué hemos de temerle?”
GEORGE HERBERT (1593-1633), poeta religioso inglés.
La paradoja de Teseo establece que “ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos”. El mundo cambia, constantemente, y, como no puede ser de otra forma, los medios de información también. Vivimos en un mundo donde un gran número de culturas confluyen en los mismos espacios y la información inunda nuestras vidas (hace tiempo que perdí la cuenta de los autores que dicen que argumentan que existe un excedente de información). Sin embargo no todos los individuos tienen voz en los medios de este mundo multicultural.
En “Culturas en contrapunto”, Roger Silverstone intenta explicar mediante metáforas musicales su punto de vista sobre las migraciones y sus consecuencias. Para Silverstone el contrapunto es “una combinación de tonos”, entiendo culturas por tonos, en la que pretende señalar la necesidad de que exista una multiplicidad de voces. Muchos medios de comunicación aportan un discurso “globalizado” que en muchas ocasiones no representa la presencia de grupos minoritarios en un Estado. Entiende que al no verse reflejados en dichos medios, pueden sentir que su identidad y estilo de vida está en peligro, y que por eso debe haber medios minoritarios que reflejen precisamente estas voces minoritarias.
Para el autor, la comunidad ideal es aquella en la que consigan convivir diferentes culturas en armonía, de ahí esa necesidad por reflejar dichos grupos minoritarios en los medios. Sin embargo, esto no siempre es posible, ya que los intereses políticos y económicos suelen ir a contracorriente de lo que parece justo y lógico, por lo que siempre hay una voz que eclipse a las otras.
Estévez Ingelmo, Álvaro 141 D04
El Desafío: más Frosts
Voy a ser claro: no me gustó “El Desafío: Frost contra Nixon”. Si bien el filme está muy bien recreado, la primera parte de la película -la preparación de la entrevista a Nxion- carece del interés o peso suficiente como para conseguir enganchar a la película; además, en esta parte ni uno de los secundarios ofrece algo realmente valioso al argumento y, realmente, llega a aburrir si no vas preparado para cualquier cosa. Si el filme de Ron Howard merece algo de crédito es por la solvente actuación de Martin Sheen como David Frost y, sobre todo, el excelso papel de Frank Langella como Richard Nixon. Este último está sobresaliente ya que consigue hacerte empatizar con Nixon, ese Nixon considerado casi unánimemente el peor presidente de la historia de los Estados Unidos.
Dejando la crítica cinematográfica a un lado, la película me aportó bastante poco. Me aportó bastante poco porque ya tenía la sensación de que hacen falta más profesionales como David Frost en este mundo.
Vámonos a 1977, por aquel entonces Frost era un showman de la televisión australiana, casi más humorista que periodista. El británico buscaba dar un giro de 180 grados a su carrera y no se le ocurre otra cosa que meterse a entrevistar a Nixon, un Nixon que estaba recibiendo por todos lados después del escándalo del Watergate. Nixon aceptó ya que consideraba a Frost un mindundi, un tipo fácilmente manipulable ideal para limpiar su imagen, un entrevistador indulgente para limpiar sus fracasos (y llenarse el bolsillo, que también se vendió al mejor postor)… el resultado, como todos conocen, fue el opuesto: el expresidente admitió su culpabilidad en el caso.
A lo largo de las entrevistas, Frost consigue imponerse a la lengua viperina y taimada de Nixon, un auténtico manipulador cuya arma favorita era la oratoria, y consigue llevar a cabo su plan. Precisamente que Frost se saliera con la suya fue algo que me dio ciertas esperanzas de que, aunque los tipos como Nixon, estafadores y corruptos, suelen ser los que vencen la mayor parte de las veces, siempre habrá alguien que los hará caer. ¿Y qué mejor forma de hacerlos caer que arrinconarlos y anularlos con argumentos? Esa debería ser una de las funciones de los periodistas, cosa que, desgraciadamente, no vemos en la actualidad (no puedo evitar acordarme de cierta entrevista de cierto presidente en ciertas circunstancias con Gloria Lomana).
Lamento que muchos gobernantes no se topen en su camino con un Frost y, tal vez por eso, respete algo a Nixon por finalmente admitir su culpabilidad. Por lo menos él no se escondió tras una pantalla de plasma.
Estévez Ingelmo, Álvaro 141 D04
No diga la verdad, excite a la gente
Las malas noticias se venden mejor porque una buena noticia no es noticia”
Chuck Tatum (Kirk Douglas)
Por estas fechas el CIS publicaba que la profesión periodística era la segunda menos valorada por los españoles, con una nota de 59’09 sobre 100. Al principio me resultó extraño pues, si bien es cierto que cualquier garrulo con más de 7 minutos con su careto en televisión ya se adjudica el título de periodista y la gente atiza a nuestra profesión con más frecuencia que la lluvia cae en Santiago, creía que la gente sabría valorar a grandes periodistas como Precedo o Sáenz de Ugarte. Entonces me di cuenta de que a las masas, por mucho que lo nieguen, les interesa más un Chuck Tatum que un Will McAvoy; prefieren a un Jordi Évole que les mienta mientras se descojona en su cara a un Manuel Jabois que los maraville con su pluma.
Vivimos en un mundo en el que las noticias que más repercusión tienen son, con perdón, mierdas. Me atrevo a afirmar que un gran porcentaje de la población española sabe que Kim Jong-Un, nuestro querido y voluminoso líder supremo, mandó a una jauría de perros a que devorarán a su tío; es más, saben cuántos había, de qué raza era cada can y los días que llevaban sin comer. Esta noticia, salvo que se me haya pasado algo por alto, tiene la misma repercusión que saber qué ha hecho mi vecina para cenar. Por otra parte, el debate sobre el estado de la nación contó con un 2’2% de audiencia en TV frente al 16’7% del Sálvame. Que cada uno saque sus propias conclusiones.
Hago noticias grandes y pequeñas. Y si no hay, salgo a morder a un perro”
Chuck Tatum (Kirk Douglas)
¿Pero todo esto qué tiene que ver con El Gran Carnaval? Tiene a ver qué Chuck Tatum, maravillosamente interpretado por Kirk Douglas, es un tipo que, en base a un acontecimiento tan simple como que un hombre se queda atrapado en una cueva con restos indios, consigue congregar a un absurdo número de personas a base de estirar el chicle, inventar y, sobre todo, manipular. Un tipo que, si bien cuenta con una moral despreciable para todo periodista que se precie, consigue que su historia sea lo más de lo más, consigue ser el comidilla de la nación.
La personalidad e ideales de Tatum chocan directamente con los de su jefe, representante del periodismo honesto en el filme, en el periódico de Albuquerque: un tipo humilde, sencillo y honrado. Era consciente de que el periodismo amarillista de Tatum tenía una repercusión que él nunca alcanzaría con sus piezas, pero nunca renunció a sus ideales y jamás aprobó las prácticas del protagonista.
Finalmente, Tatum cae en desgracia y se da cuenta de todo lo malo que hizo, pero es demasiado tarde para resarcirse. La misma gente que lo puso en un pedestal, se encargó de molerlo a martillazos cuando se descubrió su auténtico ser. A mí sólo me queda reflexionar por qué no ocurre esto en nuestro tiempo, por qué la gente generaliza su odio hacia la profesión con los hombres honestos y no hacia estos individuos que muchos creen como si de Moisés y las tablas sagradas se trataran, capaces de venderles mercurio como si fuera agua. Tal vez es que, parafraseando a Billy Wilder, la gente no quiere saber, quiere embriagarse con morbo e historias jugosas.
‘El Gran Carnaval’ era una película muy buena; el argumento tenía fuerza y estaba bien trabajado. Pero la gente no quería saber; la gente no quiere que le cuenten que si hay un accidente en la calle y hay un herido grave, antes de ir a avisar a un médico, se quedan contemplando con curiosidad morbosa la tragedia.”
Billy Wilder, director de ‘Ace in the hole’ (El Gran Carnaval)
Estévez Ingelmo, Álvaro 141 D04
La comunicación científica: de puertas para fuera
Como ya adelantó Álvaro en su post, ayer fuimos a hacerle una visita a Ángel Carracedo, el director del Laboratorio de Medicina Genómica, y el pegamento que une a uno de los grupos más importantes de investigadores en este área de la medicina.
Dentro del laboratorio hay un sinfín de máquinas, probetas y gente con bata blanca muy concentrada. Es como en las películas. Son un grupo de más de 120 personas, de 15 nacionalidades diferentes que trabajan para lograr mejoras en la ciencia. Pero no queremos que os quedéis con lo que hay, sino con lo que no hay: no hay ninguna persona que se encargue de llevar la comunicación de uno de los laboratorios de medicina genómica más importantes del mundo. “Sería una pieza muy importante dentro del equipo”, nos aseguró Carracedo. La pregunta es: si tan importante es un periodista en el equipo, ¿por qué no hay ninguno?. Poderoso caballero don dinero. Resulta que la Universidad solo paga dos sueldos y ahí hay más de cien personas. No hay dinero para periodistas.
La comunicación de cara al exterior
Aún así, habrá más periodistas que aunque no estén dentro del laboratorio llamarán y se interesarán por lo que pasa ¿no?. Sí. Hay un periodista científico en toda Galicia que suele llamarlos, pero lo normal es que “si no descuelgas tú el teléfono y los llamas a ellos no sales en ningún lado”, nos explicaba Carracedo.
“No tenemos ninguna estructura de comunicación de cara al exterior. Nuestras instituciones tienen oficinas de prensa pero estamos desconectados. Yo particularmente soy muy activo, le doy mucha importancia a la divulgación, porque me parece que si hay una desintonía entre lo que haces y lo que la gente entiende tenemos un problema en la vida real”. Precisamente por la falta de interés por parte de muchos periodistas en esta materia, las novedades en las ciencias quedan más bien relegadas a revistas especializadas. Carracedo sabe que esto es así, y por eso acude siempre que su agenda se lo permite a institutos u otros lugares a dar charlas sobre el mundo científico. Esta es una de sus conferencias, precisamente sobre la divulgación.
La comunicación dentro del laboratorio
Carracedo nos guió por el laboratorio hasta el lugar en el que se produce la mayor parte de la comunicación entre los científicos que trabajan con él: la salita del café. Ahí dentro había una docena de personas que a pesar de investigar sobre distintos temas se reúnen en las horas de descanso para conversar. Al margen del escaso tiempo libre, hay reuniones con cada grupo de investigación cada semana, y una vez al mes se reúnen todos juntos. Al ser un laboratorio tan grande hemos decidido que vamos a dividirnos y cada uno de nosotros se encargará de observar a un grupo diferente a lo largo del mes que viene.
La próxima semana vamos a quedar con uno de los periodistas del gabinete de comunicación de la USC, Roberto Castro, para que nos de su opinión sobre lo que nos ha contado Carracedo.
Titorizado 141 D00
El primer paso
“Da el primer paso con fe. No es necesario que no veas el camino completo, sólo da tu primer paso. El resto irá apareciendo a medida que camines”
Martin Luther King
Las palabras del Dr. King se adecuan perfectamente lo que ocurrió hoy, día que pusimos a andar nuestro proyecto sobre la divulgación y el periodismo científico. Así que, como es natural, vengo a hablaros de esta primera toma de contacto con la ciencia.
Para mucha gente la primera impresión siempre queda ahí, el primer paso define tu dirección, los deportistas pueden saber si su partido va a ser malo o no al ver su primer tiro… en resumen, que las primeras veces marcan para bien o para mal. Nosotros podemos decir que, independientemente del resultado final, difícilmente podríamos haber comenzado mejor, y todo gracias a Ángel Carracedo.
Llegamos a nuestra cita con él sin saber desde qué óptica debíamos enfocar el tema, aunque teníamos claro qué temas tratar. Ángel ya nos había prestado su ayuda y, tras unos veinte minutos de conversación, nos abrió un abanico de posibilidades impresionante y nos ayudó a acotarlo a lo más interesante. Nos explicó a grandes rasgos todo el organigrama del laboratorio de Medicina Genómica de la USC, conversó sobre el tratamiento de la información que ellos emiten y sobre el papel del periodista en el proceso (incluso salimos con una nueva fuente para el trabajo)… veinte minutos que nos disiparon muchas dudas.
En el plano personal he de decir que Ángel Carracedo es un ser humano extraordinario. Es extraño ver a gente tan importante como él con semejante carácter: atento, colaborador, natural y, sobre todo, muy humilde. Desde el primer momento nos trató como si nos conociera de toda la vida y nos dio una serie de facilidades difícilmente imaginables al llegar.
Hablar con el Dr. Carracedo fue nuestro primer paso, un enriquecedor primer paso que nos ha mostrado el camino a seguir en los próximos meses.
Estévez Ingelmo, Álvaro 141 D04