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Down Compostela: Yo tampoco veo la diferencia
Las semanas van pasando desde que comenzamos nuestro trabajo con los chicos de Down Compostela, y como ya comentamos en el post grupal, el ambiente tanto con ellos como con la asociación y sus familias es cada día mejor. Vamos conociéndonos, atreviéndonos a entablar conversación y sobre todo viendo que son muy pocas las cosas que nos separan. Y de eso es precisamente de lo que me gustaría hablar en esta publicación.
Dejando a un lado el tema académico y centrándome en el ámbito personal, poder acudir los viernes a las sesiones de ocio de Down Compostela y conocer a personas con Síndrome de Down es una experiencia tremendamente positiva. Hasta hace poco más de un mes nunca había tenido la oportunidad de conocer a alguien con estas características, e imagino que como muchos otros, tenía una idea totalmente distorsionada y equivocada de la realidad.
Aunque suene a tópico que lo diga en la situación en la que me encuentro, trabajando con una asociación de personas con Síndrome de Down, lo cierto es que estos chicos y chicas son gente normal y corriente, sin más. En la última sesión me encontré charlando con una de las chicas sobre maquillaje (y me dio un buen consejo, por cierto); y hace un par de semanas una de las compañeras me presentó a su novio, con el que lleva ya unos cuantos años de relación. Todas conversaciones completamente distendidas, naturales, como las que podría tener con cualquier otra persona que estoy conociendo.
Detalles como estos (aunque no son los únicos) me han llevado a plantearme lo mal informados que estamos sobre el Síndrome de Down y sobre cualquier tipo de discapacidad en general. Es tremendo el modo que tenemos de colectivizar a las personas, de discriminarlas o sobreprotegerlas cuando tan siquiera conocemos como son o que son capaces de hacer.
Seguramente si les diéramos la oportunidad de darse a conocer y de mostrarse tal y como son, todos dejaríamos de ver la diferencia.
Gómez Basadre, Isabel 142.D01
Hablemos del Síndrome de Down
Después de varias semanas trabajando con chicos y chicas con Síndrome de Down mi curiosidad se ha despertado. La mayoría de nosotros reconocemos las características de una persona con Down y podemos apreciar si sufre esta patología; algunos (seguro que no todos) sabemos que se produce por una alteración genética, pero más allá de esto… ¿Qué conocemos sobre el Síndrome de Down, una de las discapacidades que se da con mayor frecuencia? Desde que Down Compostela nos abrió sus puertas, creo que demasiado poco.
Para empezar la mayoría de nosotros, principalmente por desconocimiento, nos referimos al Down como una enfermedad. No podríamos estar más equivocados, las personas con Síndrome de Down no están enfermas ya que no pueden “curarse” ni paliar los “síntomas” de su síndrome con ningún tipo de tratamiento. Es más, muchísimas personas con Down están completamente sanas.
El Síndrome de Down se produce por una alteración genética que normalmente aparece en la pareja de cromosomas 21, a la que se suma un cromosoma más (trisomía 21). De esta manera, sus células tienen un cromosoma extra, sumando un total de 47 en vez de 46. Esta agrupación errónea se produce de forma natural casi en el mismo momento en el que se forma el feto, y es la responsable de la discapacidad que sufren los afectados del síndrome. En este vídeo se explica de manera muy gráfica qué es lo que sucede en este proceso: http://www.youtube.com/watch?v=EA0qxhR2oOk
Este error de la naturaleza es el que hace que las personas con Síndrome de Down sean un poco más lentas, tengan unas características físicas específicas o les cueste un poco más aprender, fijar conceptos. Pero a pesar de esto con refuerzos, paciencia y sobretodo con una educación que se adapte a sus necesidades, los chicos y chicas con Down pueden realizar cualquier tarea cotidiana con la más absoluta naturalidad y sin necesidad de ningún tipo de ayuda.
Muchas personas se dirigen a la gente con Down con lástima, posiblemente porque no saben que, al igual que todos los demás, son personas independientes y felices que solo necesitan que se conozcan sus diferencias para poder integrarse.
GÓMEZ BASADRE, ISABEL 142.D01