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Los astilleros también existen
Nunca me había parado a pensar en qué significan los astilleros para los gallegos. Hasta ahora, creo que nunca había leído una noticia completa sobre los problemas del naval. A primera vista, no parece algo importante, yo ni siquiera sabía muy bien qué se hace en un astillero.
Sólo cuando llevas unos minutos pensando te das cuenta de cuánto importan los astilleros, de cuántas personas dependen de ellos en Galicia. No es algo nuevo, los gallegos hemos vivido desde siempre muy ligados al mar, pero si nos preguntan a qué nos referimos con “vivir del mar” todos pensamos al momento en la pesca.
¿Y el naval? ¿Qué es eso? Supongo que muchos os habréis preguntado lo mismo alguna vez, quizás al ver el telediario o al leer el periódico, pero pocos hemos podido respondernos con seguridad. Yo tampoco sabía que en Portonovo había un pequeño astillero, que era esa empresa la que se encargaba de reparar los barcos pesqueros al lado del puerto, así que ¿por qué iba a saber que en Vigo no sólo existe la fábrica de Citroën? Así que, para los que sepáis tan poco como yo sobre los astilleros gallegos, aquí os dejo un programa de Informe en V, de V Televisión, en el que se analiza este tema.
http://www.vtelevision.es/informativos/informeenv/2013/11/30/0031_90_195597.htm
Últimamente se ha hablado mucho de Pemex, una empresa mexicana que ha encargado a los astilleros de Vigo y Ferrol la construcción de dos floteles. Dicho así suena bonito, parece simplemente que el naval gallego ha conseguido un nuevo contrato, y que no hay ningún problema. Pues no, los trabajadores de Barreras y Navantia no piensan igual. Ellos saben que esos floteles son pan para hoy, pero seguramente hambre para mañana. Y es aquí, en los trabajadores, donde el naval deja de ser un simple sector económico, donde se convierte en la lucha de unas personas que lo único que quieren es trabajar para mantener a sus familias, para tener un futuro, y para vivir. Los astilleros no son sólo un trabajo, son una forma de vida.
GUIANCE PIÑEIRO, HENAR 142.C05
“Chile, la alegría ya viene”
Chile. 1988. Augusto Pinochet, ante la presión internacional, decide convocar un plebiscito en el que el pueblo chileno deberá pronunciarse: ocho años más de dictadura o vuelta a la democracia. La continuidad de régimen será representada por la opción del Sí, mientras que el No significará un cambio político. Sobre estas elecciones gira la película “No”, dirigida por Pablo Larraín y protagonizada por Gael García Bernal, donde, al igual que en la realidad, ambos bandos disponen de quince minutos durante 27 días para emitir sus campañas.
El filme comienza con René, el personaje de García Bernal, presentando ante sus clientes un anuncio sobre una bebida refrescante. “Quisiera decirles que lo que van a ver a continuación está enmarcado dentro del actual contexto social”. Esta frase, que se repite dos veces más a lo largo de la historia, ilustra a la perfección lo que supone para Chile la posibilidad de dejar atrás la dictadura de Pinochet. Es ahí, en ese contexto social de finales de los 80, donde los publicitarios deben encontrar una baza que les ayude a animar a los chilenos para que voten por el No.
Varios opositores creen que deben mostrar en pantalla el dolor que el régimen ha provocado para que el pueblo reaccione, para que piense en lo malo y quiera algo mejor. René piensa que para ganarse la confianza de los chilenos lo ideal es llenarlos de alegría, proponerles un Chile feliz si consiguen apartar del poder a Pinochet. Para lograrlo, René y su equipo graban anuncios llenos de esperanza, de color y de música, y les añaden pedacitos del dolor que muchas personas habían sufrido desde el comienzo del régimen. “Chile, la alegría ya viene” es, seguramente, el comercial más recordado de todos los que realizaron, porque representa esa esperanza de que el país cambie, esas ganas de ser un pueblo libre.
“No”, más allá de mostrarnos por dentro cómo se ideó la campaña publicitaria que consiguió movilizar a millones contra una dictadura, nos ayuda a entender el poder que la publicidad puede tener en una sociedad. En una escena de la película René incluso llama “producto” a la serie de anuncios que están realizando, sin pensar en que lo que están haciendo no sólo es convencer a las personas de lo positivo de aquéllo que publicitan, sino que con esa campaña pueden cambiar un país. Por eso, desde la oposición, y también desde la campaña de la dictadura, existe también una cierta manipulación, porque lo que para unos es verdad para otros es mentira. Esto último es lo que a mí me ha enseñado el filme, que la realidad tiene diferentes interpretaciones, que mientras unos piensan que una ideología es mejor que las demás, otros pueden pensar que no es correcta. La verdad nunca es objetiva, siempre la llenamos de situaciones y sentimientos completamente subjetivos. Esa subjetividad, cuando se trata de política, moda, bebidas, o cualquier bien, está fuertemente influida por la publicidad. Y claro, a todos nos gusta que nos prometan la Luna.
GUIANCE PIÑEIRO, HENAR 142.C05