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Una dosis de realidad

Hoy, y al ser mi último post, me gustaría compartir con vosotros una historia. En todos los anteriores posts todos os poníais de acuerdo en que estaría bien que contáramos historias reales. En la última reunión que hemos tenido, nos han contado una historia, que voy a compartir con vosotros. Como ya sabéis, no podemos ni conocemos la identidad de sus protagonistas, pero eso no le quita veracidad. Antes de nada, os voy a poner en contexto: los CADIS son unos centros de día que ayudan a familias, trabajando con los pequeños y adolescentes, para normalizar la convivencia familiar.

Es el caso de una familia monoparental, que recibía la ayuda de un CADI (Centro de Atención de Día Integral). La madre tenía dos hijos, uno pequeño y otro adolescente. El hijo mayor, ayudado por la edad en la que se encontraba, se escapaba un poco del control de su madre, que no era capaz de meterlo en cintura, por decirlo de alguna manera. La madre no era capaz de ejercer su autoridad sobre él. En un momento determinado, se decide que como esta madre no es capaz de actuar necesita ayuda externa. Incluso se llega a que este adolescente acabe bajo tutela. La madre vivía con su hijo pequeño, que tenía cinco años en ese momento, y no tenía ningún problema, dado que en el proceso de trabajo en la situación con el hijo mayor, se trabajó también con la madre y el pequeño. Se le enseñó a tener más autoridad y a que su hijo la respetara. Aunque con el mayor ya llegaba tarde esta ayuda. A esta mujer le diagnostican un cáncer. Ante esta situación, una persona que aprendió capacidades parentales que le faltaban, se enfrenta a una enfermedad que anula todo el trabajo conseguido. Este niño acabó institucionalizado. Pasó de un centro de una guarda a una casa familia y hasta pasados casi cuatro años no volvió a su hogar. Captura de pantalla 2015-04-08 a las 19.42.06

Con este caso queremos mostraros como a cualquier familia le puede hacer falta ayuda externa, no son casos tan raros. Además de que no todos los niños que acaban en estos lugares no son malos, como se opina popularmente.

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ETIQUETAS: NIÑOS DE CENTRO

Como en todas aquellas comunidades formadas por personas que se salen de la que se suele considerar la situación normal, en ARELA también existe el problema de los estereotipos.

En primer lugar, a la mayoría de nosotros, si nos hablan de un niño de centro, casi en la totalidad nos imaginamos que nos hablan de un niño conflictivo. Los niños que viven en las casas familia no son para nada conflictivos. Tienen ciertas carencias familiares que hacen que estén ahí, como medio de ayuda, hasta que la situación en su hogar sea apta.

Estos niños, quieran o no, llevan consigo una etiqueta, como ya dije, negativa en la mayoría de los casos. Si al problema por el que ellos mismos están pasando le añadimos la discriminación con la que son tratados, es mucho más difícil para ellos. Como siempre, no podemos generalizar: algunos niños dicen abiertamente que son niños de centro; otros, lo callan,  pero su entorno lo nota enseguida. No sólo es cosa de ellos. La sociedad es la culpable de crear estos estereotipos, motivados por la falta de comunicación.

La comunicación en casos como los que ellos tratan, es lo primordial. Aroa nos contaba que la relación con los niños de la casa familia era buena, con roces, como en todas las relaciones. Lo que más les costaba era cuando entraba un niño nuevo. El esfuerzo que hacen los jóvenes por superar las carencias que se les presentan se ve intensificado si día a día tienen que demostrar que no son ellos el problema o que no son malos.

Lo ideal sería que todos nosotros reflexionáramos sobre esto. ¿Cómo repercute en las personas la visón que los demás tenemos sobre ellos? Y más en particular, ¿por qué clasificamos con etiquetas sin conocer a fondo la realidad de esas personas?

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Ni tan buenos, ni tan malos.

En los post anteriores os hemos ido hablando mis compañeros y yo sobre las casas de familia, en todos sus aspectos. ahora  es el turno de centrarnos en la otra rama de la que se ocupa ARELA.

Hemos visto la situación de niños en los que el problema era la situación familiar, por eso se encuentran lejos de su familia, hasta que la situación sea la mejor para ellos. Ahora vamos a ver la otra cara. ARELA también ayuda a niños y jóvenes infractores, que han cometido algún delito y por ello la situación no es la mejor. En el siguiente vídeo, Aroa, la directora de la casa de familia de Santiago nos explica un poco mejor lo que son los CIEMAS, los Centros de Intervención Educativa en Medio Abierto.

La comunicación no es siempre buena. No podemos saber el por qué de las actuaciones de estos jóvenes, pero desde centros  les ayudan a reinsertarse. Mediante ejercicios y actividades que fomentan la comunicación entre ellos y consigo mismos hacen que, en cierto modo, su actitud cambie. Lo que se pretende no es cambiarles, es hacerles ver cuales serías las formas de conducta adecuadas.

Esta misma mañana, dos de mis compañeras de grupo han estado en uno de estos centros en Pontevedra. En el próximo post os comentarán todo lo que han aprendido de su visita allí.

 

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Comunicar una infancia difícil


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Debido a que hasta la semana que viene no tendremos nuestro primer contacto físico con la asociación ARELA, con la que trabajamos, en mi primer post voy a explicar cómo hemos contactado con esta asociación y explicar un poco el funcionamiento de esta, ya que por los comentarios en el post de mi compañero, parece que quedaron algunas dudas.

Como portavoz del grupo (formado, además, por Jorge Michelena, Tatiana Ojea, Raquel Otero y Tania Vázquez: GRUPO F: 152.F00) , he sido la encargada de mantener el contacto con la asociación, mediante e-mail. Desde el primer momento se han mostrado colaborativos, ofreciéndonos su ayuda para este proyecto en la medida de lo posible, ya que al tratar con menores y además en una situación difícil, nuestro acceso a ellos no es sencillo. Además, estamos en contacto con otra fundación, la fundación IGAXES, de las mismas características.

ARELA realiza diversas funciones: cuentan con un centro de atención integral de día, con centros de intervención educativa y con casas de familia. Su principal función son estas últimas, las casas familia. En estas viviendas conviven ocho niños o adolescentes con cuatro monitores, donde trabajan con estos chicos, al mismo tiempo que se está trabajando con sus familias. En estos casos, los niños provienen de sus hogares, en los que su comportamiento ha excedido los límites razonables, y se pretende solucionar esta situación para que vuelvan a ellos. En otros casos, los niños no tienen una familia y se pretende que convivan en estos hogares hasta que su situación sea la adecuada para destinarlos a un hogar de acogida.

A continuación os dejo un vídeo, colgado por la propia fundación con motivo de su 15 aniversario, en 2013, en el que se muestra a los niños en las diversas actividades que realizan.

 

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